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Realidad nacional desde la cama

Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 1990, 1993.

Traducida al inglés, italiano, alemán y coreano.
Publicada en Argentina, México, Estados Unidos, Inglaterra, Italia, Alemania, Austria y Corea del Sur.
Reeditada en México.
Integra los volúmenes mixtos El placer rebelde, Argentina desde la cama y Feuer am Wort.


Contratapa (edición de 1990):

“Valiente, sin autocensuras ni ultranzas; cuidadosa de su lenguaje, exorbitado cuando es necesario pero deliciosamente fino y recatado allí donde la realidad también lo es… Leerla es tocar de lleno en nuestra realidad, allí donde el plural sobrepasa las limitaciones del pasado; leerla es participar en una búsqueda de identidad latinoamericana que contiene por adelantado su enriquecimiento. Los libros de Luisa Valenzuela son nuestro presente pero contienen también mucho de nuestro futuro: hay verdadero son, verdadero amor, verdadera libertad en cada una de sus páginas”. (Julio Cortázar)

Realidad nacional desde la cama ha de sorprender al lector mexicano, al lector latinoamericano, y sin duda también al lector sajón familiarizado con la obra de Luisa Valenzuela. No se trata de un cambio n su temperamento artístico, sino, más bien, de un incremento de la participación de lo real en cuanto verdadero protagonista del relato como consecuencia de la devastación psicológica y espiritual sufrida por los individuos en su trato con la locura autoritaria. No pensar, no sentir, no recordar…

Las consignas de este demoledor personaje que es nuestra realidad nacional se han metido en los gestos, las conductas y el corazón de las personas. A través de la sátira y el grotesco, Luisa Valenzuela ha compuesto un fresco aterrador de Argentina, donde el humor, la ironía, la vibración literaria y la desesperada voluntad constructiva, abren una luz en la opacidad sanguinaria de nuestra vida cotidiana.

Medios:

Realidad nacional desde la cama, por Guillermo Samperio, en
Siempre!, México (11/03/08).

La novela Realidad nacional desde la cama vio la luz en Buenos Aires en 1990 bajo el sello del Grupo Editor Latinoamericano y ahora, gracias a la valiosa labor editorial que viene realizando la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en su colección Narrativa, recientemente se publicó esta magnífica novela de la escritora argentina Luisa Valenzuela.

Bellamente ilustrado por una obra gráfica del reconocido artista plástico Vlady, con este libro, que destaca por su cuidada edición y excelente factura, se recupera y se pone al alcance de los lectores de México una de las pocas obras de esta autora que no habían sido objeto de una nueva edición, y más aún, fuera de su país natal.

Entre la extensa bibliografía de la también periodista, que comprende además de ensayos como Peligrosas palabras, Escritura y secreto y Acerca de Dios (o aleja), las novelas El gato eficaz, Como en la guerra, Cola de lagartija, Novela negra con argentinos y La travesía, Realidad nacional desde la cama, a más de quince años de su aparición, aborda un tema que continúa siendo de la mayor actualidad: la desestabilidad política, económica y social de los países de nuestra América Latina.

Comprometida siempre con el acontecer social, desde muy joven Luisa Valenzuela comenzó a publicar en periódicos de Buenos Aires, y a los veinte años se mudó a París, donde escribió su primera novela: Hay que sonreír [FCE]. Desde entonces ha realizado un incansable trabajo como periodista y escritora en los diversos países donde ha residido: México, París, Barcelona, Nueva York, donde durante diez años dictó diversos seminarios y talleres de escritura.

Su labor literaria y periodística ha merecido importantes reconocimientos como el Kraft Award por sus obras periodísticas (1965) la Beca Guggenheim (1983), el Distinguished Writer in Residence at New York University (1985), la Medalla Machado de Assis de la Academia Brasilera de Letras (1997) y el Premio Astralba otorgado a la totalidad de su obra por la Universidad de Puerto Rico (2004), entre muchos otros.

Luisa Valenzuela ha sido una notable embajadora de la literatura latinoamericana, a través de las múltiples traducciones —al inglés, alemán, francés, portugués, holandés, serbio y japonés, entre otros idiomas—, de la que ha sido objeto casi la totalidad de su producción literaria, llevando así a otras latitudes un acercamiento a nuestro devenir histórico y social.
De esta forma, el contexto en el que se desarrolla la historia de Realidad nacional desde la cama es la Argentina de los años 70 y 80 del siglo pasado, resultado de la dictadura militar instaurada en ese país, en la que Luisa Valenzuela se interna y explora con agudo sentido crítico, como lo ha hecho en otras de sus muchas obras, momentos relevantes de la historia reciente de su natal y entrañable tierra.

Sin ser autobiográfica, en esta novela Valenzuela nos comparte su más íntimo sentir: la crisis que le provocó su retorno a Argentina después de haber pasado una década en Nueva York, que la llevó a escribir esta novela y a declarar: “no sé muy bien dónde termina mi vida y empieza la literatura, o viceversa”.

Y agrega: “Cuando llegué a Buenos Aires en abril del año 89 sentía que no podía escribir una obra de teatro ni nada, porque quedé en shock. Entonces el resultado final fue este libro, porque no hay manera de aislarte de nada, así, la idea es que aunque te metas en la cama y quieras taparte la cabeza y no ver nada, la realidad nacional te alcanza y te supera hasta en la cama”.

Esta realidad inevitablemente alcanza a la protagonista de la novela, que no puede cumplir su deseo de abstraerse del acontecer social y político. Ante lo contundente de los sucesos no le queda mas que compartir con el lector su lecho e invitarlo a mirar con ella, con sus ojos, a través de una ventana y la pantalla de un televisor, cómo las consecuencias del régimen militar y la actividad guerrillera: inflación, desempleo, hambre, temor, censura, confluyen en una habitación de un club de campo, que se ubica en medio de otras dos realidades: un cuartel militar y una villa de pobres.

La mujer ha vuelto a su país después de una larga ausencia “y le cuesta reintegrarse a esta realidad tan otra, tan distinta de la que dejó atrás en otra época. Yace en la cama y tal vez recompone el pensamiento, tal vez revive y reconstruye como puede”.

No obstante el drama ambivalente, intrínseco en el tema, Luisa Valenzuela, con la amenidad y agilidad narrativa que la caracterizan, a lo que se suman el manejo sutil y preciso del sarcasmo y la ironía, presenta de forma incluso gozosa, una realidad delirante, como cuando María, la mucama, le dice a la señora: “usted viene de afuera, por eso no sabe cómo aumenta todo acá. Es algo fantástico, la hiperinflación lo llaman… Con decirle que al fotógrafo del búngalo 7 lo mandaron de una revista extranjera a fotografiar los precios y no pudo, no pudo, dijo que le salían todos movidos”.

Le recuerda, además, que no sirve de nada guardar el dinero, porque rápidamente se desvaloriza, así que hay que invertirlo de inmediato, por eso cuando le pide el pago de las medias lunas que le ha traído para desayunar, le cobra primero 13 mil nacionales, pero con presteza rectifica: “Mejor dicho, ese era el precio a las siete de la mañana cuando me las entregó el panadero. Ya son las ocho y media. Ahora deben ser como 14,200 nacionales”.
En esta realidad confusa, ambivalente, conviven la violencia y la represión con el erotismo y la sexualidad, esto último especialmente representado en la figura de un médico-taxista-militar, que se vislumbra a la postre como detonante para el cambio del statu quo.

Al médico la protagonista le confiesa: “No tengo voluntad. He perdido la voluntad. Quisiera levantarme y no puedo. Me dejo mandonear por la mucama, dejo que los militares estos que no tiene nada que ver conmigo me zapateen sobre la cabeza. Casi. Quisiera irme y no puedo, le aseguro”.

El doctor Alfredi la diagnostica como afectada por el Mal del sauce, que quita la voluntad de moverse y sólo permite contemplar, recordar, atar cabos, y le recomienda una terapia inmediata, personal y cariñosa. “Al menos en este caso particular tan atractivo. Por lo que el doctor Alfredi se ha desvestido a su vez y cálidamente se apresta a sumergirse bajo el acolchado blanco, sus olanes y adyacencias”.

Así comienza una relación a la que la señora quisiera asirse para lograr digerir la compleja situación que la hace sentirse ajena en su propio país, pero el médico de pronto se convierte en taxista y en una persona distinta a la que la hizo sentirse reconfortada la noche anterior; desagradable e inconforme también con su realidad que lo obliga a escuchar los problemas de cada pasajero, con toda la carga emocional que eso implica, y que hasta lo llevan a asumir un papel más: el de sicoanalista, para responderles a quienes invariablemente le piden consejo.

A lo largo de la novela, Luisa Valenzuela, con su particular estilo y singular voz narrativa desmenuza y pone de manifiesto las diferentes maneras en que cada sector social asume la situación que atraviesa el país. Así, en el club todo está dispuesto para que la vida sea fácil, placentera, donde todo es cuidado, prolijo, ordenado. La televisión, con todos sus canales privatizados, transmite imágenes bellísimas de la ciudad, la ciudad que dejó la señora y que esperaba encontrar, de gente que pasea “con aire de quien ha salido de compras y puede comprar, o de quien va a la confitería a tomar café y puede financiarlo… una avenida con gente apurada como quien va al trabajo porque tiene un empleo”.

Pero del otro lado de la alambrada, tan sólo a unos pasos de ese club selecto, protegido, la vida es un horror. El país está del otro lado, dice, y es lo que llaman la realidad.

Ahí, en la villa, cada vez son más, llegan muchos, familias enteras que se quedaron sin casa en la ciudad; la clase media venida a menos que se roba los alimentos y saquea supermercados, un hervidero humano que continuamente se confronta con los militares: un regimiento que asume como su deber cambiar el gobierno ante su incapacidad para contener a los insurrectos.

Los militares no dejan de hacer maniobras y de prepararse según los preceptos contenidos en el Manual —el folleto de las fuerzas armadas norteamericanas que siguen casi como una biblia—, liderados por el mayor Vento, que está convencido de que le entregarán el poder porque tiene una tropa de élite debidamente adiestrada, que conoce el Manual como si lo hubieran redactado ellos y que han leído también Los Comandos en Acción.

Convencido de que alcanzará el triunfo y logrará salvaguardar los verdaderos valores de la Patria, el mayor Vento afirma enfático: “Los militares no dudamos, actuamos… la duda es una jactancia de los intelectuales”.

Una novela íntima, intensa, en Realidad nacional desde la cama Luisa Valenzuela retrata con humor un momento en el intrincado camino —se desea— hacia la democracia, y las muchas maneras de entenderla; un libro en el que el lector, a lo largo de sus páginas, encontrará motivos para la reflexión pero también, de forma afortunada, para el gozo y el disfrute de la literatura.