Contratapa:
¿Lo que se escribe no se pierde o sólo se puede escribir sobre lo perdido? Estas páginas dan cuenta de un calendario regido por la intensidad. De una despedida a un reencuentro, de un abandono a un nuevo comienzo. Y dos escenarios que albergan el tránsito: Buenos Aires y Nueva York. Al mismo tiempo, la casa, que requiere de paredes colmadas de pasajes imaginarios hacia otros espacios, y los viajes, que desprovistos de estabilidad despiertan en la autora un anhelo de apresar lo que finalmente su diario atrapa, o libera.
Tantos años escribieron sobre lo propio, a hurtadillas de los géneros y los congresos, las universidades y los medios, le permitieron a Luisa Valenzuela inventar una fórmula literaria que altera y renueva el registro femenino: escribir con el cuerpo, hincar con las palabras aquellas experiencias que le rehuyen al símbolo. Valenzuela tiene coraje literario para hacerlo y la anima un anhelo de representación íntima. Su entrada al erotismo revela un despecho por el miedo a contarlo todo. Ello lo hace sin tapujos y con virtuosismo, quizá para despojarse de las palabras que la habitan -y la desbordan- y finalmente, como dice en el epílogo, “poder recuperar la enrancia”.
Así pasa este diario, como un devenir de los días signados por la voluptuosidad y el acecho, donde el arrebato es tan importante como la permanencia y los sueños una forma de descifrar el propio desvelo. Los deseos oscuros y los otros es un libro con carácter, una carta de renovación de la propia literatura, la de una d las escritoras más destacables de América Latina.
Presentaciones destacadas
En la disco El Dorado, junto a María Héguiz. Cierre con Stripper.
Medios:
La carne viva, en Página 12 (12/01/13).
Escritura e intimidad, en La Nación (30/03/13).
Lo que el cuerpo sabe y nosotros no, en Diario de Río Negro (31/12/02).