Contratapa:
Luisa Valenzuela teme a la muerte. Se mece en su regazo, pero le asquea su olor a
oscuridad. No está dispuesta a dar el paso que le propone la peste anticipadora, esa
encefalitis que la mantiene conectada a tubos y sondas. Se niega a cruzar el umbral.
Regresa. Y aquí, doce años después, la tenemos entre nosotros en su esplendor,
contándonos aquella batalla y estas otras, las que damos todes en pos de sobrevivir al
Covid y a nosotros mismos. Crónica contemporánea del futuro, genealogía de una
pasión escritural, este libro estremece en su profundidad para liberarnos, como se
libera la autora, de toda impostura, abrazada siempre al humor y al viaje, esta vez más
interior que nunca.
Cristian Alarcón
RECORTES
Introducción. Todas las pestes la peste
La búsqueda del decir por caminos diversos, gatillado por disparadores equivalentes…
El virus propio, 2010, me despertó una veta poética que no tenía registrada. El virus
2020, compartido en su latencia, en su amenaza, me sumergió en un humor patafísico,
desconcertante dadas las aciagas circunstancias. Tan diferentes un lenguaje del otro y
sin embargo la apelación a la risa late en ambas instancias como remedio ineludible. O
al menos deseable. (Pg. 10)
Interior noche- 2010
Para qué escribir más de lo escrito, que ya es tanto?
Recién ahora lo sé:
Escribir para seguir dibujándome.
Para mantener a raya –en raya— este contorno mío.
Para viajar como ahora con el viaje de la pluma sobre el papel suave, para caminar con
la pluma sobre la superficie tersa del papel, tersa como nube, una penumbra cálida.
(Pg.19).
Hay un punto del saber que no se sabe dónde está, pero está. ¿Flotando en el espacio
sideral? ¿En el aire que respiramos? ¿Fuera y nos penetra por ósmosis? ¿O estará dentro
del propio cerebro en esas zonas profundas e ignoradas que quizá, con mucho esfuerzo,
escribiendo, logremos atisbar? (Pg. 27).
Es sólo en el intento de zambullirse a fondo en el mar del lenguaje que se puede
encontrar, con mucha suerte, alguna imposible perla. (Pg. 49)
Interior día – 2020
El tiempo ya no es oro. Nos sobra, no sabemos qué hacer con él y sin embargo se nos
escurre entre los dedos como agua de manantial.
El tiempo es chicle, ahora. Gomoso, elástico. Bubblegum, chicle burbuja a veces, y si
logramos una grande podemos embarcarnos en el rosado globo imaginario para ir a
flotar por lo inconmensurable. (Pg. 120)
¿Acaso accedemos a una especie de premonición mientras exploramos esa terra
incognita, esas Tierras de Adentro a las que nos conduce, al menos a mí, la escritura ya
sea de ficción o de reflexión? Planteo estas disquisiciones porque los carriles por los
que circula mi pensamiento se me dan independientes unos de los otros. (Pg. 246)
Medios:
Primero encefalitis, después Covid: Luisa Valenzuela la peleó y salió con un libro de risa y oscuridad, en Infobae (2/10/22).